Cualquiera que sea tu problema de belleza, Mirta tiene la respuesta. ¿Quién no recuerda ese famoso eslogan musical de la década de los ochenta cuando Mirta de Perales era un icono en el mundo de la belleza, la cosmetología y el cuidado del cabello.
Y es que por más de tres décadas, con su inigualable estilo, la estilista cubana entró a los hogares puertorriqueños a través de la televisión para hablar de los beneficios que brindaban sus productos para el cabello. Con su cuidada melena rubia, elegantemente vestida y maquillada, les demostraba a los televidentes cómo lavar el cabello de forma apropiada y cómo aplicar sus productos, entre muchos otros consejos de belleza.
De Perales murió en 2011 en Miami a los 88 años, pero su legado se mantiene a través de su hija, Mirta C. Perales, quien visitó la Isla recientemente para el lanzamiento de un nuevo producto, 'Perfecting Eye Cream', con colágeno y elastina, que se añade la línea de cuidado de piel de la marca.
Esta coyuntura sirvió para una simpática conversación con la empresaria, quien lleva las riendas de la compañía desde hace ya más de una década, y a la vez echar un vistazo más íntimo a la vida de su madre y los retos a los que se enfrentó para sacar adelante su negocio.
“Desde niña trabajé al lado de mi madre con todo lo relacionado con la compañía. Así que cuando ella se retiró, como unos diez años antes de morir, el cambio no fue significativo para mí”, asegura Mirtica, como es conocida la hija de Mirta de Perales.
Perales junto a la chica Mirta Mari Santana, quien luego desarrolló una exitosa carrera como periodista televisiva de Nueva York.
Como hija no tuvo que enfrentarse a las dificultades que enfrentó su madre cuando decidió entrar al mundo de lo que, en la década de los 50, se denominaba “peluquería” en su natal Cuba. Pero mantener el prestigio de la marca, adaptarse a los tiempos y estar “con oído en tierra”, para reconocer las tendencias y suplir las necesidades de las personas a las que dirige sus productos, también es parte de lo que le enseñó su famosa madre, quien siempre se mantuvo en contacto con su público, según afirma.
En ese sentido, destaca que la fe en Dios y la fuerza de carácter fue la que también mantuvo a su madre aun en los tiempos más difíciles cuando apenas era una niña y sus padres no tenían dinero ni para comprarle zapatos.
Curiosamente, fue la época en que Mirta de Perales comenzó a interesarse en el cuidado del cabello con la intención de lucir bien y tratar de esconder una parte de la cabeza que le habían afeitado para darle tratamiento a una dolencia que tuvo. Fue también el momento en que descubrió que podía hacer algunos centavos recortándoles el pelo a algunas vecinas.
De la pobreza al glamour
A grandes rasgos, así se podría describir la vida de Mirta Raga Casanova, quien más tarde se convertiría en Mirta de Perales. Una vida que también estuvo matizada por el empeño con que enfrentó todas las dificultades que se le presentaron.
Cuando tenía unos 12 años, su madre la dejó al cuidado de la abuela en su pueblo natal, Rancho Veloz, en Las Villas, para irse a trabajar a La Habana. Pero la niña Mirta no se quedó de brazos cruzados. Decidió ir por el vecindario para recortar a algunas vecinas y se ganó algún dinero, cuenta Mirtica. Fue cuando le escribió a su madre para decirle que regresara “porque ya somos ricas”.
“Ahora tenemos un chiste interno en la familia y cuando algo nos va muy bien siempre decimos ‘mamá vuelve porque ya somos ricas’”. Precisamente, esa habilidad natural de arreglar el pelo convenció al padre para que, a los 15 años, le buscara alojamiento en la Habana para que aprendiera el oficio en una peluquería.
“Ella contaba que cuando llegó averiguó cual era el área de más dinero en la Habana y puso un anuncio pequeño que decía ‘Mirta Raga Casanova. Arreglo de cabello y manicura a domicilio’. Enseguida la empezaron a llamar y así comenzó a tener clientas. Luego cuando se casa con mi papá establece la peluquería que fue creciendo hasta llegar a ser una de las más grandes de Cuba”, agrega con orgullo Mirtica, tras indicar que el nombre de Mirta de Perales surgió a raíz de un viaje a Nueva York a donde iba a comprar a los ingredientes básicos para hacer los productos para el cabello que entre ella y sus esposo -que era farmacéutico-, diseñaban.
“Me contó que estaba caminando por la Quinta Avenida y vio una tienda que se llamaba Alexandra de Markoff y se le ocurrió que podía hacer lo mismo; así nace Mirta de Perales”.
Con el triunfo de la revolución y la llegada de Fidel Castro al poder, al igual que les pasó a muchos cubanos, su negocio fue intervenido por el Estado. Pero Mirta trató de hacerle frente a la situación y se quedaba a dormir en la peluquería para no dejar entrar a los milicianos, cuenta la hija.
“En una ocasión Fidel visitó la peluquería y ella se le acercó y le dio unos toquecitos en el hombro y le dijo: 'no te hagas ilusiones que esto no me lo vas a quitar'. Pero eventualmente, no solo intervinieron la peluquería sino que se la llevaron presa y estuvo 10 días en El Morro, una prisión a la que llevaban lo que ellos denominaban como contrarrevolucionarios”, recuerda Mirtica con los ojos aguados por la emoción. Según dice, durante esos días tuvo que dormir en el piso y pasar muchas necesidades. Esa experiencia, de hecho, fue la que la motivó a salir del país, asegura.
“Ella salió de Cuba conmigo y mi hermano con cinco dólares en el bolsillo. Una familia que no conocíamos nos recogió y a la semana, mi madre ya estaba pelando (recortando el pelo) a la señora de la casa y a sus amistades. Así empezó, poco a poco, a tener sus clientes. A los dos o tres años ya pudo montar su peluquería en el área de Coral Gables. Durante ese tiempo también comenzó a desarrollar su línea de productos para el cabello”, cuenta Mirtica, tras recordar que en esa época su hermano y ella la ayudaban a rellenar envases con los productos que su madre fabricaba.
“Estée Lauder lo hacía en la cocina de su casa y nosotros lo comenzamos a hacer en el garaje”, agrega entre risas, tras describir a su madre como una mujer fuerte y con mucha personalidad. Pero a la misma vez, dice que era muy agradable y carismática y que a dondequiera que iba se dejaba notar.
Adelantada a su tiempo
Se trataba de una mujer que, a juicio de su hija, siempre estuvo adelantada a su tiempo. Fue una de las primeras hispanas en triunfar en el campo de la cosmetología, un mercado que siempre ha sido muy competitivo.
Fue también una de las primeras mujeres en tener lo que hoy se conoce como “infomercial”. A ella le bastaron cinco minutos para promocionar sus productos, enseñar cómo usarlos y ofrecer consejos. Pero la belleza física no era lo único que le interesaba. Según su hija, era una mujer muy espiritual “y creía mucho en la belleza de adentro, no solo lucir bien”.
Por eso dice que también daba consejos de cómo superar problemas emocionales, además de darle mucha importancia al bienestar de los niños “para que no estuvieran en malos pasos después de salir de la escuela”. De hecho, dice que estuvo cabildeando intensamente en Washington para que se aprobara una ley que permitiera el “After School”, y que se ofrecieran cursos después de las clases, aunque no lo logró.
“Ella decía que una mujer no puede tener una idea brillante o dar el máximo si a las tres de la tarde no sabe dónde están sus hijos”, añade Mirtica, al tiempo que resalta que su madre fue una de las primeras hispanas en recibir el American Dream Award (el premio del sueño americano), otorgado en ese momento por el presidente Ronald Reagan.
Con este premio también hay un anécdota que habla un poco de la personalidad de Mirta de Perales. Según le contó a su hija, fue invitada a una conferencia en la que iba a estar el presidente Reagan, pero no sabía del premio. Y cuando él empezó a hablar de una mujer que en su pueblo era muy pobre, que llegó a Estados Unidos se esforzó y salió adelante, pensó que era curioso que hubiera otra mujer con una historia muy parecida a la de ella. “Y cuando el presidente le pide que vaya a recoger su premio, ella no se podía levantar porque las piernas le temblaban. Hasta el último momento ella pensó que se trataba de otra mujer”.
En Puerto Rico, Mirta de Perales también tuvo su época de gran apogeo en la década de los 80. De hecho, por mucho tiempo estuvo dividiendo su vida entre 15 días aquí y 15 en Miami. Hasta surgió un personaje que, en cierta forma, se basaba en ella: Cuca Gómez: “Yo lo uso, yo lo fabrico y yo lo recomiendo”.
“Hubo gente que creía que ese era nuestro eslogan. Ella lo encontraba supercómico y hasta les enviaba productos de regalo. Para ella era un halago que la imitaran”, sostiene la orgullosa hija.
Recuerda también que su madre tenía unos secretos de belleza que, inevitablemente, sus amigas se enteraban cuando se quedaban a dormir en su casa.
“Ella se daba unos masajes en la cara y el cuello con los dedos que eran famosos en la familia porque tenía una rapidez increíble, además de que se escuchaban en toda la casa por lo fuerte. Mis amigas todavía se acuerdan de eso. Pero ese era su ritual de todos los días”, cuenta Mirtica, mientras destaca que tenía una piel muy bella.
Pero más allá de los recuerdos, la empresaria es consciente que se trata de un patrimonio familiar que espera mantener por mucho tiempo. Para ello también cuenta con el apoyo de su hija Cristina, la tercera generación, que ya se está entrenando en los quehaceres de la compañía y que se describe como “una genuina chica Mirta”.
Mirta C. Perales y Cristina M. Echevarría, hija y nieta de la famosa empresaria.
“Queremos seguir el legado que dejó mi madre, con productos para la belleza de la mujer latina. Además del lanzamiento de la crema de ojos, que es un complemento a la crema que tenemos para la cara y el cuello, vamos a sacar una mascarilla que está en proceso de estudio. Y tenemos programado sacar una línea de cabello con aceites naturales, de moringa, argán y de coco, que son excelentes. Si Dios quiere, lo sacamos a finales de este año o principios del otro”.
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