Promesa cumplida. La primera dama Cándida Montilla de Medina inauguró ayer el edificio que alberga la biblioteca Monseñor Oscar Robles Toledano, del Seminario Santo Tomás de Aquino
La Primera Dama de la República, Cándida Montilla de Medina, hizo un llamado a la población dominicana a empoderarse de los mecanismos legales existentes para contrarrestar el abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes indefensos en el país.
Exhortó a denunciar estos atropellos a la dignidad humana del menor de edad antes de que sucedan, tras considerar que quedarse de brazos cruzados ante una amenaza de violacion es una especie de complicidad con los agresores enfermos sexuales y una contribución a destruir una vida que pudo ser normal y productiva.
La esposa del presidente Danilo Medina reaccionó de esta manera al ser cuestionada sobre el fenómeno de las violaciones sexuales a menores de edad, expuesto por este diario mediante el testimonio de ocho víctimas, y el análisis de profesionales de la conducta y actores de los sistemas de salud, educación y justicia en el país.
Ante la recomendación de los especialistas de que se rompa el silencio, y todo el mundo, comenzando por el seno de la familia, se una a la campaña de protección a la niñez y prevención de los abusos de la intimidad sexual, la vicepresidenta de la República, Margarita Cedeño de Fernández, también dio su voz de alarma.
Igualmente, en una publicación anterior, las comunicadores sociales Alicia Ortega, Laura Castellanos, Judith Leclerc y Zoila Luna, exhortaron a la población a integrarse a este proyecto de conciencia ciudadana. A continuación, las consideraciones de la Primera Dama Cándida Montilla de Medina: El abuso sexual a menores es una de las conductas adultas más aberrantes. Sus consecuencias han sido vastamente estudiadas por expertos de la conducta y la salud, quienes coincidimos en que un niño sexualmente victimizado sufrirá severas secuelas en el corto y largo plazo.
Está demostrado que este tipo de atentado contra la integridad afecta el desarrollo psicosexual de la víctima y la expone a enfermedades diversas, pero también, y esto es igualmente grave, a la incomprensión y la discriminación social y familiar en los casos en que el crimen es denunciado o descubierto.
No olvidemos, sin embargo, que este delito específico es solo la punta del iceberg, porque el abuso sexual a menores tiene muchas caras, entre ellas la explotación sexual comercial y la pornografía.
La República Dominicana cuenta con instrumentos legales importantes para sancionar este tipo de crimen.
El Código del Menor de la República Dominicana sanciona con penas de cárcel a la persona que comete el abuso o explota sexualmente al menor con fines comerciales, y esto incluye a los familiares cercanos, como son los padres.
Pero nunca ningún esfuerzo será suficiente para enfrentar un crimen que lesiona de manera tan irrecuperable a su víctima. Es necesa- ria una acción permanente que conjugue la persecución y condena del delincuente con campañas sistemáticas de educación preventiva que insisten de manera particular en la familia donde, para mayor indignación nuestra, ocurre un porcentaje considerable del abuso sexual y donde la negligencia los hace a los menores aun más vulnerables.
Debemos seguir insistiendo en empoderar a la ciudadanía de los mecanismos existentes para contrarrestar este abuso, como son las fiscalías especializadas en delitos sexuales, en ampliar las coordinaciones entre las instancias gubernamentales, la sociedad civil y los líderes comunitarios y religiosos para desarrollar políticas preventivas y de apoyo a las víctimas.
No podemos cejar en crear conciencia en la población de la magnitud del fenómeno y de la responsabilidad colectiva en impedir que esta deleznable práctica continúe dañando para siempre la vida de tantos niños y niñas.
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