PARÍS — Los pasajeros a los que sólo les quedaban unos momentos de vida gritaron aterrorizados y el piloto golpeaba frenéticamente la puerta de la cabina de mando mientras el copiloto dirigía el Airbus con 150 personas a bordo hacia una ladera de los Alpes.
El recuento difundido hoy sobre los últimos momentos del vuelo 9525 de la compañía Germanwings provocó que algunas líneas aéreas impusieran inmediatamente normas más estrictas en las cabinas de mando, y generaron interrogantes angustiantes sobre el móvil del copiloto alemán de 27 años, cuya respiración nunca se alteró hasta que desintegró el avión y a todos sus ocupantes.
"No tenemos idea de la razón", dijo el fiscal Brice Robin en Marsella al revelar las escalofriantes conclusiones alcanzadas por los investigadores tras reconstruir los últimos minutos del vuelo a partir de la grabadora de voces de la aeronave. La intención del copiloto Andreas Lubitz era "destruir este avión".
Funcionarios franceses, alemanes y estadounidenses dijeron que no hay indicios de que se haya tratado de un acto terrorista. El fiscal no dio detalles sobre por qué los investigadores no sospechan un móvil político; en lugar de ello, están enfocándose en el "ambiente personal, familiar y profesional" del copiloto para intentar determinar la razón que lo impulsó a hacerlo.
Escalofriantes últimos momentos
La canciller alemana Angela Merkel, cuya nación perdió a 75 personas en el vuelo, dijo que las conclusiones ponen a la tragedia en una "nueva dimensión, simplemente incomprensible". Las devastadas familias de las víctimas visitaron hoy el lugar del choque y miraron a través de una ventosa pradera en dirección a donde murieron sus parientes.
El Airbus A320 se dirigía de Barcelona a Duesseldorf el martes cuando perdió contacto por radio con los controladores de tráfico aéreo y comenzó a descender de su altitud de crucero de 38,000 pies para estrellarse contra la ladera de una montaña ocho minutos después.
Un análisis de datos del transpondedor realizado por Flightradar24, un servicio de rastreo de vuelos, mostró que el piloto automático fue recalibrado para llevar el avión de 38,000 a 100 pies.
El fiscal explicó con detalles horripilantes los últimos sonidos que se escucharon en la cabina de mando, extraídos de la maltrecha grabadora de voz.
Lubitz, cortés en la primera parte del viaje, se volvió "seco" cuando el capitán inició la sesión informativa a medio vuelo en torno al aterrizaje programado, dijo Robin.
El piloto, cuyo nombre no ha sido dado a conocer, salió de la cabina de mando aparentemente para ir al baño, y Lubitz asumió el control de la aeronave. Repentinamente, inició un descenso manual, y el piloto comenzó a golpear la puerta.
No hubo respuesta.
"En la cabina de mando había un silencio absoluto", dijo el fiscal, excepto por la respiración estable que según él indica que Lubitz no era presa del pánico, sino que actuó en forma tranquila y deliberada.
El A320 está diseñado con medidas de seguridad que permiten ingresar a la cabina en caso de emergencia si un piloto está inconsciente en el interior. Pero el código que permite abrir la puerta y que la tripulación conoce no sirve de nada si la persona adentro decide no permitir la entrada a propósito.
Las alarmas de los instrumentos comenzaron a sonar, pero desde la cabina nunca se emitió un aviso de emergencia, y los ruegos de la torre de control para entrar en comunicación no fueron respondidos.
Justo antes de que el avión chocara contra la montaña es posible escuchar los gritos de los aterrorizados pasajeros.
"Las víctimas se percataron justo en el último momento", dijo Robin. "Podemos escucharlas gritando".A sus familias "les está costando trabajo creerlo", señaló, luego de informar a algunas de ellas en Marsella.
Mantienen aislada a la familia del copiloto
Muchos parientes de las víctimas visitaron hoy un claro en las montañas donde las autoridades francesas establecieron una carpa para que las familias puedan ver hacia el sitio del choque, tan empinado y traicionero que sólo puede alcanzarse luego de un largo recorrido a pie o deslizándose en una cuerda desde un helicóptero.
La familia de Lubitz está en Francia, pero se le mantuvo separada de las otras, informó Robin. Investigadores alemanes registraron su apartamento y la casa de sus padres en Montabaur, Alemania, donde las cortinas estaban cerradas.
Anuncian nuevas normas de seguridad
El recuento del fiscal provocó que se actuara rápidamente con el fin de implementar normas más estrictas en las cabinas de mando, y exhortaciones para que haya más.
A las aerolíneas en Europa no se les exige tener dos personas en la cabina en todo momento durante un vuelo, a diferencia del procedimiento estándar en Estados Unidos, el cual fue modificado después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 para requerir que un auxiliar de vuelo asuma el sitio de un piloto cuando éste se retire brevemente de su asiento.
Canadá y las aerolíneas más grandes de Alemania, incluidas Lufthansa y Air Berlin, así como las líneas de bajo costo easyJet y Norwegian Air Shuttle, anunciaron nuevas normas que requieren que dos tripulantes siempre estén presentes.
Algunos expertos dijeron que incluso dos es insuficiente, y pidieron que las normas requieran que haya tres.
"El puente de mando tiene la capacidad de permitir la presencia de tres pilotos y nunca debería haber una situación en la que haya una persona sola en la cabina de mando", dijo James Hall, expresidente de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos.
Otros cuestionaron la presunta sabiduría de equipar los aviones con un sistema que permite cerrar la cabina desde su interior.
"La reacción instintiva a los eventos del 11 de septiembre con la puerta reforzada de la cabina de mando, una decisión equivocada, ha tenido consecuencias catastróficas", dijo Philip Baum, director de la revista Aviation Security International (Seguridad aérea internacional).
Robin evitó describir el choque como un suicidio.
"Usualmente, cuando alguien se suicida está solo", afirmó. "Cuando eres responsable de 150 personas en la parte trasera, yo no necesariamente llamo a eso un suicidio".
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McHugh reportó desde Montabaur, Alemania. Greg Keller en Vernet, Francia; David Rising en Berlín; Kirsten Grieshaber en Colonia, Alemania; Alan Clendenning en Madrid; Danica Kirka en Londres; Lori Hinnant, Thomas Adamson, Sylvie Corbet y Philippe Sotto en París; y Jim Kuhnhenn en Washington contribuyeron con este despacho.
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